EL PADRE SERGIO (1898)
Edgardo Rafael Malaspina Guerra
I
En San Petersburgo, durante el reinado de Nicolás I,
ocurrió un evento asombroso. Un militar exitoso que se suponía que se casaría
con una hermosa joven , la dama de honor de la emperatriz, dejó el servicio y
se convirtió en monje. El nombre del hombre era Stepan Kasatsky.
II
Stepan
creció como un niño
inteligente . Después de la muerte de su padre fue enviado a estudiar a la
academia militar, donde alcanzó logros a pesar de su mal carácter. Tuvo un
problema con el ama de llaves, pero el director del cuerpo descubrió quién era
el culpable y expulsó a la mujer.
III
El
propio emperador Nicolás distinguió a Stepan como un buen oficial. Kasatsky
siempre buscó alcanzar la perfección en cualquier trabajo que emprendía y cuando
notaba una falta de conocimientos o habilidades, inmediatamente trataba de
corregir la falla.
IV
Kasatsky
buscó entrar en la alta sociedad y conoció a una chica de la corte para casarse
con ella porque se sentía sinceramente enamorado.
V
Antes
de la boda Stepan supo que su futura esposa era la amante del emperador .
Aturdido por esa traición decidió repudiarla y se marchó a un monasterio.
VI
Stepan
se dedicó plenamente al servicio en el monasterio. Como antes en sus estudios y
ahora en la oración, buscó la perfección. Cuando cualquier pensamiento lo
confundía, Stepan oraba diligentemente y obedecía a su confesor en todo.
VII
Siete
años más tarde se convirtió en el padre Sergio. Fue enviado a servir en otro
monasterio. Le era difícil luchar contra sus pasiones. El padre Sergio solicitó
ocupar el lugar del monje fallecido, un recluso. Se le permitió vivir aparte.
VIII
Vivió
seis años en reclusión. La viuda de
Makovkin quiso seducir al padre Sergio. Ella en medio de la noche, con el
pretexto de que se había perdido, se acercó a él por la noche. El padre Sergio
, para evitar la tentación, se cortó un l dedo. Al ver la fe del monje, la
viuda misma cambió y comenzó a servir a Dios en el convento.
Se
corrió la voz de que el padre Sergio era un hombre santo La gente comenzó a
visitarlo en busca de cura para sus enfermedades. a ir al Padre Sergio en busca
de cura par sus enfermedades . Él se
sentía orgulloso de su fama y el monasterio ganaba dinero con sus milagros.
IX
Un
comerciante trajo a su hija enferma. Le
pidió al monje que la sanara y la dejó pasar la noche en la celda del padre
Sergio. La doncella disoluta sedujo al monje. El padre Sergio abandonó su celda
y fue a vagar y orar por el perdón de los pecados.
En
un sueño, vio que necesitaba encontrar a una vieja amiga Pashenka y aprender de
ella cómo vivir rectamente.
Al
ver la vida de esta mujer, que aceptó mansamente todas las dificultades de la
vida, el Padre Sergio se calmó y se fue a Siberia. Allí enseñó a los hijos de
un hombre rico, cuidó a los enfermos y oró.
PÁRRAFOS
1
Alrededor
del año 1840, en Petersburgo, tuvo lugar un suceso que sorprendió a cuantos de
él tuvieron noticias: un oficial de coraceros del regimiento imperial, guapo
joven de aristocrática familia en quien todo el mundo veía al futuro ayudante
de campo del emperador Nicolás I y a quien
todos auguraban una brillantísima carrera, un mes antes de su enlace matrimonial
con una hermosa dama tenida en mucha estima por la emperatriz, solicitó ser
relevado de sus funciones, rompió su compromiso de matrimonio, cedió sus
propiedades, no muy extensas, a una hermana suya, y se retiró a un monasterio,
decidido a hacerse monje.
2
Dudas
y lucha espiritual:
Dos
eran los motivos de su lucha: la duda y las tentaciones de la carne. Los dos
enemigos
atacaban
siempre al unísono. A él le parecía que eran dos, pero en realidad se trataba
de uno solo. Tan pronto quedaba deshecha la duda, caía, asimismo aniquilada la
lujuria. Pero él creía que eran dos diablos distintos y luchaba separadamente
con ellos.
¡Dios
mío, Dios mío! —pensaba—, ¿por qué me niegas la fe? Sí, contra la lujuria
lucharon San Antonio y otros, pero creían. Tenían fe, y yo a veces paso
minutos, horas y días sin fe. ¿Para qué ha de existir el mundo, con todos sus
encantos, si es pecaminoso y hay que renunciar a él? ¿Por qué has creado tú la
tentación? ¿La tentación? ¿Pero no será también una tentación el que quiera yo
apartarme de las alegrías de la vida y aspire a alcanzar algo donde quizá no
haya nada?
3
Curaciones
milagrosas:
Empezaron
a acudir a su retiro gentes de remotas comarcas, comenzaron a llevarle enfermos
pidiéndole que los curara. La primera curación se produjo en el octavo año de
su vida retirada. Se trataba de un muchacho de catorce años. Su madre lo llevó
ante el padre Sergio, a quien rogó pusiera sus manos sobre el niño. Al padre
Sergio ni en sueños se le había ocurrido pensar que podía curar a los enfermos.
Habría considerado semejante idea gran pecado de orgullo. Pero la madre de
aquel niño le rogaba insistentemente, se arrastraba a sus pies preguntándole
por qué no querían ayudar a su hijo habiendo curado a otros, le suplicaba fervorosamente
por amor de Nuestro Señor Jesucristo. Cuando el padre Sergio decía que sólo
Dios puede curar, la madre le replicaba que únicamente le pedía una cosa: que
pusiera la mano sobre su hijo y rezara. El padre Sergio se negó y se retiró a
su celda. Pero a la mañana siguiente (estaban en otoño y las noches eran ya
frías), al ir a buscar agua, vio otra vez a aquella madre y a su hijo, el muchacho
de catorce años, pálido, desmedrado, y oyó la misma súplica. El padre Sergio
recordó la parábola del juez mentiroso, y aunque hasta entonces había estado
plenamente convencido de que no debía acceder a lo que le rogaban, comenzó a
tener sus dudas, por lo cual se puso a orar y rezó hasta que en su alma hubo
nacido una resolución. Y fue ésta que él debía dar cumplimiento al deseo de la
madre, pues era posible que la fe que tenía salvara
a
su hijo. En cuanto a sí mismo, se dijo que en este caso él no sería más que un mero
e insignificante instrumento elegido por Dios. Se acercó entonces a la madre,
puso la mano sobre la cabeza del muchacho y empezó a rezar.
Madre
e hijo se fueron; un mes más tarde éste se había curado. La fama de la santa
fuerza curativa del venerable Sergio, como entonces empezaron a llamarle,
corrió como reguero de pólvora por aquellos contornos, y no hubo semana, a
partir de este acontecimiento, que no acudiesen enfermos a visitarle, a pie o a
caballo. Como había accedido al ruego de unos, no podía negarse a otros.
4
Tentaciones:
Desde
entonces, de mes en mes, de semana en semana, de día en día, notó el padre
Sergio que se destruía su vida interior y que el lugar de ésta lo iba ocupando
la vida exterior. Era como si le hubieran dado la vuelta sacando afuera lo de
adentro. El padre Sergio vio que se había transformado en un medio para atraer visitantes
y personas que hacían donativos al monasterio. Por ello, las autoridades
monacales le rodeaban de las condiciones adecuadas a fin de que pudiera ser lo
más útil posible. No le dejaban hacer ningún trabajo físico. Le surtían de
cuanto pudiera necesitar y únicamente le exigían que no negara la bendición a
quienes acudían a solicitársela. Para que ello le resultara más cómodo, fijaron
días de visita. Dispusieron convenientemente un lugar de recepción para los
hombres y otro aislado por una barandilla a fin de que no lo derribaran las
entusiastas peregrinas que se le acercaban en alud. Desde allí podía bendecir a
los reunidos. Le decían que la gente lo necesitaba, que no podía negarse a que
lo vieran quienes deseaban verlo si quería ser fiel a la ley del amor divino, y
que apartarse de esas gentes sería una crueldad. Cuando oía tales razones las
aprobaba, pero a medida que se rendía a esa vida se daba cuenta de que los
valores externos iban desplazando a los internos, que se secaba en él el
hontanar del agua viva.
5
Prosa
poética:
Era
una maravillosa noche de mayo. Los abedules, los álamos blancos, los olmos, los
cerezos silvestres y las encinas acaban de revestirse de verdor. Los cerezos
silvestres que crecían detrás del olmo estaban floridos, aún no había comenzado
a caerles la flor. Los ruiseñores lanzaban al aire sus trinos, uno muy cerquita
y otros dos o tres abajo, en los arbustos de las orillas del río. Más allá, a
lo lejos, subían al cielo los cánticos de la gente que regresaba del trabajo al
término de la jornada. El sol se había escondido detrás del bosque y esparcía
sus rayos a través del follaje. Toda esa parte se hallaba envuelta en una luz
verdosa. La otra, vista desde el olmo, era oscura. Los escarabajos volaban,
chocaban entre sí y caían al suelo
6
Instinto
sexual:
Cuando
bendijo a la muchacha, que se detuvo ante él al entrar en la celda, se
horrorizó
de
sí mismo por el modo como le había mirado el cuerpo. La joven pasó y él sintió
la mordedura de la carne. Al verle la cara comprendió que la muchacha era
sensual y boba. Se levantó y entró en la celda.
7
Confesión:
No
soy ningún santo, no soy ni siquiera un hombre sencillo como todos. Soy un
pecador, un pecador sucio, asqueroso, descarriado, orgulloso; no sé si soy el
peor de todos, pero si soy peor que los hombres más ruines.
8
Neurastenia:
Masha
se enamoró de Vania, mi yerno. Es buena persona, pero un desgraciado. Está
enfermo.
—Mamita
—exclamó su hija, interrumpiéndola—. Tome a Misha. No puedo hacerme pedazos.
Praskovia
Mijáilovna se levantó y, calzada con sus gastados zapatos, salió con paso
ligero para volver en seguida llevando en brazos a un pequeñuelo de dos años
que se echaba hacia atrás agarrándole la pañoleta con ambas manos.
—¿Qué
enfermedad tiene?
—Neurastenia,
una enfermedad terrible. Consultamos. Nos dijeron que debíamos ir a otro lugar,
pero hacía falta dinero. No pierdo la esperanza de que le pase.
9
El
sentido de la vida:
La
calle estaba oscura, y aún no había andado más de dos casas, cuando Páshenka lo
perdió de vista y sólo pudo comprobar que Kasatsky proseguía su camino al oír
que el perro del arcipreste lo saludaba con sus ladridos.
«Ahora
veo claro el significado de mi sueño. Páshenka es precisamente lo que yo tenía
que ser y no fui. Yo vivía para los hombres con el pretexto de vivir para Dios.
Ella vive para Dios imaginándose que vive para los hombres.
Una
buena palabra, un vaso de agua dado sin pensar en la recompensa, tiene más
valor que todo cuanto he hecho yo para favorecer a la gente. Sin embargo, ¿no
había un deseo sincero de servir a Dios?», se preguntaba, y la respuesta fue la
siguiente:
«Sí,
pero todo eso era impuro, se hallaba invadido por la enmarañada maleza de la
fama mundana. No, no existe Dios para quien vive como vivía yo, pensando en
alcanzar la gloria entre los hombres. Ahora lo buscaré
10
Feliz
e indocumentado:
Así
vivió Kasatsky ocho meses. Al noveno, lo detuvieron en una ciudad de provincias,
en un albergue donde pasaba la noche con otros peregrinos. Como no tenía
documentos, lo llevaron a la comisaría. Cuando le preguntaron en el interrogatorio
que había hecho de los documentos y quién era, respondió que documentos no
tenía y que él era un esclavo del Señor. Lo consideraron vagabundo, lo juzgaron
y lo desterraron a Siberia. En Siberia se estableció en los terrenos yermos de
un rico propietario y ahora vive allí. Trabaja el huerto de un señor, enseña a
sus hijos y visita a los enfermos.
11
Película
soviética. (1978):
Drama dirigido por Igor Talankin basado en la famosa
novela del mismo nombre de León Tolstói. La película nos sumerge en el
turbulento mundo de las pasiones, que abrumó a un hombre sobresaliente y
fuerte: el príncipe Stepan Kasatsky.
La
fe en Dios debe salvar el alma, pero las pasiones y las tentaciones mundanas no
abandonan a Kasatsky, y solo tendrá que luchar sin cesar con la tentación
constante ...