sábado, 23 de octubre de 2021

[CUENTO 13] ¿CUÁNTA TIERRA NECESITA UN HOMBRE?

 


¿CUÁNTA TIERRA NECESITA UN HOMBRE? (1885)

(Se ha dicho que este relato es una parábola digna de Jesucristo)

 

Edgardo Rafael Malaspina Guerra

I

El personaje principal de la historia, el campesino Pahom, está poseído por una pasión : la codicia. Compra algunas tierras. Las trabaja, le va bien, pero quiere tener más tierras.

II

Un comerciante visitante le dice a Pahom que los Bashkires(1) están vendiendo tierras por una miseria: el comerciante obtuvo cinco mil desiatinas(2) por mil rublos, mientras que Pahom está tratando de comprar diez veces menos tierra por mil quinientos rublos.

(1) Un pueblo túrquico que habita en Rusia, fundamentalmente en la república de Baskortostán. Existen importantes minorías baskires en Kazajistán y Uzbekistán.

(2) Una unidad rusa de superficie terrestre equivalente a 2,7 acres.  Acre: Medida agraria de superficie del sistema anglosajón que equivale a 4. 046 metros cuadrados

III

Pahom acude a los Bashkires, quienes les explican que por mil rublos le venderán tanta tierra como pueda recorrer en un día, siempre que tenga tiempo de regresar al punto de partida antes de la puesta del sol, de lo contrario perderá su dinero.

IV

A la mañana siguiente partió a través de la estepa , marcando las tierras recorridas. Caminó grandes distancias. Cuando notó que el sol empezaba a esconderse con el atardecer apuró el paso para regresar. Pero comprobó que estaba demasiado lejos. Le imprime más velocidad a sus pasos, se siente desfallecer, pero continúa hasta llegar exhausto a la meta. Logró su cometido, pero se derrumbó. Cayó muerto y fue enterrado en el propio sitio. La tierra que necesitaba no pasaba de un pequeña parcela para cavar su tumba.

V

Párrafos:

1

Érase una vez un campesino llamado Pahom, que había trabajado dura y honestamente para su familia, pero que no tenía tierras propias, así que siempre permanecía en la pobreza. “Ocupados como estamos desde la niñez trabajando la madre tierra -pensaba a menudo- los campesinos siempre debemos morir como vivimos, sin nada propio. Las cosas serían diferentes si tuviéramos nuestra propia tierra.”

2

Si todas estas tierras fueran mías -pensó-, sería independiente y no sufriría estas incomodidades.

3

Pahom miró el sol, que ya desaparecía, ya era devorado. Con el resto de sus fuerzas apuró el paso, encorvando el cuerpo de tal modo que sus piernas apenas podían sostenerlo. Cuando llegó a la loma, de pronto oscureció. Miró el cielo. ¡El sol se había puesto! Pahom dio un alarido.

4

Todo mi esfuerzo ha sido en vano”, pensó, y ya iba a detenerse, pero oyó que los Bashkires aún gritaban, y recordó que, aunque para él, desde abajo, parecía que el sol se había puesto, desde la loma aún podían verlo. Aspiró una buena bocanada de aire y corrió cuesta arriba. Allí aún había luz. Llegó a la cima y vio la gorra. Delante de ella el jefe se reía a carcajadas. Pahom soltó un grito. Se le aflojaron las piernas, cayó de bruces y tomó la gorra con las manos.

-¡Vaya, ¡qué sujeto tan admirable! -exclamó el jefe-. ¡Ha ganado muchas tierras!

El criado de Pahom se acercó corriendo y trató de levantarlo, pero vio que le salía sangre de la boca. ¡Pahom estaba muerto!

Los baskires chasquearon la lengua para demostrar su piedad.

 

Su criado empuñó la azada y cavó una tumba para Pahom, y allí lo sepultó. Dos metros de la cabeza a los pies era todo lo que necesitaba.

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