¿CUÁNTA TIERRA NECESITA UN HOMBRE? (1885)
(Se ha dicho que este relato es una parábola digna de
Jesucristo)
Edgardo Rafael Malaspina Guerra
I
El
personaje principal de la historia, el campesino Pahom, está poseído por una
pasión : la codicia. Compra algunas tierras. Las trabaja, le va bien, pero
quiere tener más tierras.
II
Un
comerciante visitante le dice a Pahom que los Bashkires(1) están vendiendo
tierras por una miseria: el comerciante obtuvo cinco mil desiatinas(2) por mil
rublos, mientras que Pahom está tratando de comprar diez veces menos tierra por
mil quinientos rublos.
(1)
Un pueblo túrquico que habita en Rusia, fundamentalmente en la república de
Baskortostán. Existen importantes minorías baskires en Kazajistán y Uzbekistán.
(2)
Una unidad rusa de superficie terrestre equivalente a 2,7 acres. Acre: Medida agraria de superficie del sistema
anglosajón que equivale a 4. 046 metros cuadrados
III
Pahom
acude a los Bashkires, quienes les explican que por mil rublos le venderán
tanta tierra como pueda recorrer en un día, siempre que tenga tiempo de
regresar al punto de partida antes de la puesta del sol, de lo contrario
perderá su dinero.
IV
A
la mañana siguiente partió a través de la estepa , marcando las tierras
recorridas. Caminó grandes distancias. Cuando notó que el sol empezaba a esconderse
con el atardecer apuró el paso para regresar. Pero comprobó que estaba
demasiado lejos. Le imprime más velocidad a sus pasos, se siente desfallecer,
pero continúa hasta llegar exhausto a la meta. Logró su cometido, pero se
derrumbó. Cayó muerto y fue enterrado en el propio sitio. La tierra que necesitaba
no pasaba de un pequeña parcela para cavar su tumba.
V
Párrafos:
1
Érase
una vez un campesino llamado Pahom, que había trabajado dura y honestamente
para su familia, pero que no tenía tierras propias, así que siempre permanecía
en la pobreza. “Ocupados como estamos desde la niñez trabajando la madre tierra
-pensaba a menudo- los campesinos siempre debemos morir como vivimos, sin nada
propio. Las cosas serían
diferentes si tuviéramos nuestra propia tierra.”
2
Si todas estas tierras fueran mías -pensó-, sería
independiente y no sufriría estas incomodidades.
3
Pahom
miró el sol, que ya desaparecía, ya era devorado. Con el resto de sus fuerzas
apuró el paso, encorvando el cuerpo de tal modo que sus piernas apenas podían
sostenerlo. Cuando llegó a la loma, de pronto oscureció. Miró el cielo. ¡El sol se había puesto! Pahom dio un alarido.
4
Todo mi esfuerzo ha sido en vano”, pensó, y ya iba a
detenerse, pero oyó que los Bashkires aún gritaban, y recordó que, aunque para
él, desde abajo, parecía que el sol se había puesto, desde la loma aún podían
verlo. Aspiró una buena bocanada de aire y corrió cuesta arriba. Allí aún había
luz. Llegó a la cima y vio la gorra. Delante de ella el jefe se reía a
carcajadas. Pahom soltó un grito. Se le aflojaron las piernas, cayó de bruces y
tomó la gorra con las manos.
-¡Vaya, ¡qué sujeto tan admirable! -exclamó el jefe-.
¡Ha ganado muchas tierras!
El criado de Pahom se acercó corriendo y trató de
levantarlo, pero vio que le salía sangre de la boca. ¡Pahom estaba muerto!
Los baskires chasquearon la lengua para demostrar su
piedad.
Su criado empuñó la azada y cavó una tumba para Pahom,
y allí lo sepultó. Dos metros de la cabeza a los pies era todo lo que
necesitaba.
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