miércoles, 29 de septiembre de 2021

[CUENTO 3] LA TORMENTA DE NIEVE

 




LA TORMENTA DE NIEVE (1856)

Edgardo Rafael Malaspina Guerra

 

Con este relato de Tolstói he evocado el invierno ruso. La nieve es parte de la vida de los rusos y por lo tanto de su literatura. En esta narración los viajeros se desplazan por los senderos nevados, los caballos se desorientan ante la tormenta que hace desaparecer los caminos. La noche es borrascosa y el viento frío golpea los rostros.  El héroe, sin embargo, se duerme y sueña con la muerte.

PÁRRAFOS:

1

Apenas habíamos dejado atrás las oscuras siluetas de los molinos —uno de ellos movía torpemente sus enormes aspas cuando me di cuenta de que el camino se volvía más difícil, había más nieve acumulada, el viento me golpeaba con mayor fuerza por el lado izquierdo, hacía ondear las colas y las crines de los caballos de ese lado y, tozudo, hacía revolotear la nieve que levantaban los patines del trineo y las pezuñas de los caballos.

2

La tempestad era cada vez más fuerte y la nieve caía seca y menuda; tuve la sensación de que comenzaba a helar: acusaba mucho más el frío en la nariz y en las mejillas, con mayor frecuencia sentía correr por debajo de mi grueso abrigo de piel una corriente de aire helado y tenía la necesidad de arroparme. De cuando en cuando, el trineo chocaba ligeramente contra una dura capa de hielo de la que el viento había barrido la nieve.

3

La tormenta era tan fuerte que yo, a duras penas, completamente encorvado y sujetando con ambas manos los faldones de mi capote, pude, sobre la nieve blanda que el viento barría de debajo de mis pies, dar esos cuantos pasos que me separaban de mi trineo. Mi antiguo cochero ya estaba de rodillas en el centro del trineo vacío, pero, al verme, se quitó su enorme gorra permitiendo al viento revolverle con furia los cabellos y me pidió una propina.

4

La nieve era cada vez más blanca y más brillante, de modo que, al mirarla, dolían los ojos. Unas vetas naranjas y rojizas se extendían en lo alto del cielo, cada vez más arriba y cada vez más brillantes; incluso el disco rojo del sol apareció en el horizonte a través de unas nubes grisáceo azuladas; el azul era cada vez más resplandeciente y más profundo. En el camino, cerca ya de la stanitsa, las huellas eran más claras, más precisas y amarillentas, y había uno que otro bache; en el aire gélido, comprimido, se percibían un frescor y una ligereza agradables.

 

 

EVOCACIÓN DEL INVIERNO RUSO

(ERMG)

 

1

Los cambios climáticos se sienten en todas partes, y en los últimos tiempos los inviernos moscovitas se suceden con poca nieve. Los rusos manifiestan preocupación porque la nieve no sólo es parte meteorológica del paisaje sino también componente esencial del alma rusa. Las más hermosas páginas de la literatura rusa hablan de nevadas, tormentas y ventiscas gélidas que arrastran copos de nieve.

2

La primera nevada nos sorprendió cuando nos dirigíamos a clases en la preparatoria. Los latinos alborozados saltábamos de alegría y extendíamos las manos para palpar y sentir la nieve. La profesora de ruso nos explicó que cada partícula de nieve es en realidad una estrella, un cristal hexagonal, lo que pudimos comprobar luego con gran asombro.

3

En mi memoria quedó grabado que la primera gran nevada de Moscú caía el siete de noviembre para la celebración de la Gran Revolución de Octubre. Pero es algo muy subjetivo.

4

Con el inicio del invierno debíamos buscar papel y pega para cerrar las rendijas de las ventanas y así evitar que el viento frío se colara en los cuartos.  Lo único que quedaba libre de papel y pegamento era la "fortochka" (ventanilla) para ventilar de vez en cuando y usarla como nevera al colgar en una bolsa hacia la calle los alimentos y las cervezas. Estas últimas podían congelarse si las dejábamos mucho tiempo.

5

Más de una vez nos resbalamos y nos dimos fuertes golpes. Para evitar esos accidentes en las mañanas aparecían brigadas esparciendo arena por los caminos, al mismo tiempo que quitaban la nieve y la colocaban hacia los lados, formando cúmulos a veces muy altos.

Recuerdo también a hombres montados sobre los techos de los edificios para quitar los "sosulki" (carámbanos) o pedazos de hielos colgantes, cuyo desprendimiento podía provocar daño sobre las testas de los transeúntes desprevenidos.

6

En diciembre, sobre todo en plena celebración del año nuevo, era costumbre salir a la calle y revolcarse en la nieve. Claro está: con unas cuantas copas de vodka en el pecho.

7

En una ocasión salí a la calle, luego de bañarme, con el cabello mojado. Al llegar al salón de clases la profesora me regañó al notar que tenía hielo en la cabeza. Puede ser muy peligroso, me dijo.

8

En los primeros años como parte de la clase de deportes nos enseñaron a esquiar. A duras penas aprendimos a mantenernos en pie y a deslizarnos placenteramente, sobre todo en las bajadas, pero nunca nos sentimos preparados como para participar en una competencia. El sentido del ridículo siempre fue superior a cualquier anhelo del ego.

9

Una vez llegue tarde a una clase de otorrinolaringología. Allí el jefe de la cátedra y los profesores eran muy estrictos. Me cerraron la puerta en las narices y no me dejaron entrar. Argumenté que por la nevada me retrasé; me respondieron que ya era hora de acostumbrarse a la nieve, y pasaron la llave para no alargar la conversación. Aprendí la lección, no la de la materia de ese día, sino la de la vida.

10

Al llegar al hospital nuestros profesores nos enseñaron que la pleuresía produce un sonido, detectable con el fonendoscopio, semejante al que provoca el roce de los zapatos con la nieve. Ese crujido lo recuerdo perfectamente y fue de gran ayuda al inicio de mi práctica médica en sitios donde la radiografía no había llegado todavía.

11

En una ocasión nos correspondió ver una materia en un hospital lejano, y casi siempre el autobús era conducido por un chofer anciano que no soltaba el micrófono para hacer comentarios de todo tipo. Una vez estaba cayendo una fuerte nevada; el viejito golpeó el aparato con sus dedos y dijo: ¡¡Oh!! Qué buen tiempo hace, como para estar en la casa, ¡tomar té con limón y ver la nieve por la ventana!

12

Nos despertaba el himno nacional soviético a las seis de la mañana. Acostumbraba, al levantarme, dirigirme a la ventana para contemplar los arabescos que la helada nocturna teje sobre los vidrios. Esos dibujos misteriosos me proporcionaban sosiego porque pensaba que la nevada de la noche plasma sus trazos en medio de la soledad y el silencio para mostrar la perfecta armonía de la naturaleza.

13

Afuera los gorriones picoteaban la nieve fresca como mirándose sobre su faz límpida.  Allá, las cornejas, esos pajarracos negros y sombríos, se disputaban un desperdicio.  Los pasos de los transeúntes apurados se alternaban con el crujir de las palas de las mujeres que limpiaban las veredas.  Más allá, el bosque de abedules inmóviles, bajo una ráfaga menuda de nieve, configuraba un paisaje desolador.

 

martes, 28 de septiembre de 2021

[CUENTO 2]: RELATOS DE SEBASTOPOL

 


RELATOS DE SEBASTOPOL (1855)

Edgardo Rafael Malaspina Guerra

“El héroe de mis relatos, aquel a quien amo con todas las fuerzas de mi espíritu; el que he tratado de reproducir con toda su hermosura; el que ha sido y es y será siempre bello, ¡es la verdad!”

 

I

Son tres relatos relacionados con la Guerra de Crimea (1853-1856): Sebastopol en diciembre, Sebastopol en mayo y Sebastopol en agosto de 1855.

II

La guerra de Crimea fue un conflicto que entre 1853 y 1856 libraron el Imperio ruso y el Reino de Grecia contra una liga formada por el Imperio otomano, Francia, el Reino Unido y el Reino de Cerdeña.

III

 En estos relatos hay muchas alusiones a la Medicina de guerra con sus heridos y los auxilios que se prestaban en la época .En la guerra de Crimea se hicieron famosos dos personajes importantes en la Historia de la Medicina :la inglesa Florence Nightingale (1820-1910), precursora de la enfermería profesional y el ruso Nicolai Pirogov (1810-1881)fundador de la cirugía de campaña.(Anexos).

IV

Para Tolstói es importante esta experiencia que luego utilizara en la elaboración de la Guerra y la paz. Especialmente lo referente a los reportes del frente de batalla. (Anexos)

V

PÁRRAFOS

 

DICIEMBRE 1854

1

El crepúsculo matutino colorea el horizonte hacia el monte, Sapun; la superficie del mar, azul obscura, va, surgiendo de entre las sombras, de la noche y sólo espera el primer rayo de sol para cabrillear alegremente; de la bahía, cubierta de brumas, viene frescachón el viento; no se ve ni un copo de nieve; la tierra está negruzca, pero, la escarcha hiere el rostro y cruje bajo los pies.

2

Aquí, un pelotón de soldados que va a relevar a los centinelas; oyese el ruido metálico de sus fusiles; un médico, que se dirige apresuradamente hacia su hospital…

3

Extremidad fantasma:

¿Dónde estás herido? -interrogáis con timidez a un veterano de rostro demacradísimo que se halla sentado sobre un lecho, y cuya cordial mirada os viene siguiendo y parece, invitaros a que os aproximéis a él. Y digo que habéis preguntado con timidez, porque la vista del que sufre, inspira no tan sólo viva piedad, sino yo no sé qué temor de molestarlo, unido a profundo respeto.

-En el pie -responde el soldado, y, no obstante, reparáis bajo los pliegues de la ropa que la pierna le fue cortada por bajo de la rodilla. ¡Gracias a Dios-añade,- me darán el alta!

¿Dónde te duele ahora?

-Nada me duele ya. Sólo a veces en la pantorrilla, cuando hace, mal tiempo: fuera de eso, nada.

4

Los médicos, las amputaciones:

Y ahora, si vuestros nervios son firmes, entrad allí abajo, a la Izquierda. Es la sala de las operaciones y de las curas. Hallaréis a los médicos con el rostro pálido y serio, y los brazos ensangrentados hasta el codo, Junto al lecho de un herido, que tumbado, con los ojos abiertos, delira, bajo la influencia del cloroformo pronunciando frases entrecortadas, sin interés las unas, las otras lastimeras. Los médicos atienden a su faena repulsiva pero bienhechora: la amputación.

Veréis la hoja curva y tajante introducirse en la carne sana y blanca, y al herido volver en sí súbitamente con desgarradores gritos e impresiones, y al ayudante arrojar en un rincón el brazo amputado, mientras que aquel otro herido que desde su camilla presencia la operación, tuércese y gime, más a impulsos del martirio moral por la espera producido, que del sufrimiento físico que ha de soportar.

5

El verdadero rostro de la guerra:

Contemplaréis escenas espantosas, angustiosísimas; veréis la guerra sin el correcto y lucido

alineamiento de las tropas, sin músicas, sin redoblar de tambores, sin estandartes flameando al viento, sin Generales caracoleando sobre sus corceles; la veréis tal y como es, ¡en la sangre, en los sufrimientos, en la muerte !

 

MAYO

1

Heridos:

La gran sala, sombría y de elevado techo, iluminada solamente por cuatro o cinco bujías que los médicos transportaban para examinar a los pacientes, estaba, tal como suena, atestada de gente. Los camilleros traían sin cesar nuevos heridos y los depositaban uno junto a otro en tierra; la prisa era tal, que los infelices se empujaban, bañándose en la sangre de sus vecinos. Charcos de ella se estancaban en los huecos vacíos; la respiración febril de algunos centenares de hombres, el sudor de los portadores de heridos, desprendía de sí una atmósfera pesada, espesa, pestífera, en la que ardían sin brillo las bujías encendidas en diferentes puntos de la sala; sentíase murmullo confuso de gemidos, suspiros, ronquidos, que gritos penetrantes interrumpían.

2

El trabajo de los médicos bajo la luz de las teas:

Los médicos, con las mangas remangadas, arrodillados ante los heridos, bajo la luz de las teas que sus ayudantes sostenían, examinaban y sondaban las heridas sin hacer caso de los gritos espantosos y de las súplicas de los pacientes. Sentado sobre una manta junto a la puerta un mayor inscribía el número 532.

3

Diagnósticos en latín :

-Ivan Bogosef, fusilero, de la 3º compañía, del regimiento, de C.… fractura femuris complicata -gritaba al otro extremo de la sala uno de los cirujanos, mientras curaba una pierna rota- ¡Volvedle!

-¡Ay, ay! padres míos -murmuraba roncamente el soldado, suplicando que lo dejaran tranquilo.

-Perforatio capitis. Simón Neferdof, teniente coronel del regimiento N. Tenga usted un poco de paciencia, coronel; no hay medio... tendré que dejarle a usted ahí -decía un tercero que sondaba con una especie de corchete en la cabeza al desventurado oficial.

-¡En nombre del Cielo, concluya usted de una vez!

-Perforatio pectoris. Sebastián Sereda, de infantería, ¿qué regimiento? Por lo demás es inútil; no lo inscriba usted, moritur. Llevárselo añadió el médico alejándose del moribundo, que con la vista vidriosa y extraviada agonizaba ya.

Unos cuarenta soldados camilleros esperaban su carga a la puerta: de vivos enviados al hospital y de muertos a la capilla. Aguardaban silenciosos, y a veces escapábaseles algún suspiro, mientras contemplaban aquel cuadro.

4

Un herido se confiesa:

El herido en la cabeza, sintió violentísimo dolor.

-¡ Señor, perdona mis pecados! -murmuró juntando las manos. Trató de levantarse y volvió a caer desvanecido, de cara al suelo. Su primera sensación, cuando tornó en sí, fue la de la sangre que le brotaba de la nariz.

5

Cuerpos mutilados:

Centenares de cuerpos mutilados entre arroyos de sangre, que dos horas atrás hallábanse aún llenos de esperanzas y de voluntad, ya sublime o ya mezquina, yacían, rígidos los miembros en el barranco florido y bañado de rocío que separa el baluarte de la trinchera, o sobre el suelo compacto de la capillita de los muertos en Sebastopol; los secos labios de todos aquellos hombres murmuran plegarias, maldiciones o gemidos; se incorporan y se retuercen; abandonados los unos entre los cadáveres de la florida hondonada, los otros en las camillas, las camas y el piso húmedo de la ambulancia. A pesar de esto, el cielo, como en los días anteriores, enciéndese de luz boreal hacia el monte Sapun; palidecen las temblorosas estrellas; blanca neblina se eleva sobre el oleaje sombrío y quejumbroso del mar.

6

Habar o callar:

He dicho todo, cuanto quería decir, por lo menos esta vez; pero duda penosísima viene a agobiarme. Tal vez hubiera, sido mejor callar, pues quizá lo que dije esté en el número de las verdades perniciosas, obscuramente sepultadas en el alma de cada cual, y que para proseguir siendo inofensivas no deben ser reveladas, así como no hay que agitar el vino viejo por miedo de que los pozos no se revuelvan y suban y el líquido se enturbie.

7

El héroe de los relatos:

¿ Dónde, pues, veremos en este relato el mal que es preciso evitar y el bien hacia que debemos

tender? ¿Dónde está el traidor? ¿Dónde el héroe?

Todos son buenos y todos son malos. No serán Kaluguin con su valor brillante, su arrojo caballeresco y su vanidad, principal motor de todas sus acciones... ni Praskimin, nulo e inofensivo a pesar de haber caído en el campo de batalla por la fe, el trono y la patria... mi Mikhailof, tan tímido; ni Pesth, aquella criatura sin convicciones y sin sentido moral, quienes puedan pasar por desleales o por héroes.

No; el héroe de mis relatos, aquel a quien amo con todas las fuerzas de mi espíritu; el que he tratado de reproducir con toda su hermosura; el que ha sido y es y será siempre bello, ¡es la verdad!

AGOSTO 1855

1

El olor de los hospitales:

Al entrar en la primera sala, provista de camas en las que había heridos, les impresionó el olor pesado y nauseabundo particular de los hospitales; dos hermanas de la caridad vinieron a su encuentro; una, de cincuenta años de edad próximamente y de severa fisonomía, llevaba en las manos un paquete de vendajes e hilas y daba órdenes a un practicante muy joven que la seguía; la otra, linda joven de, veinte años, tenía el rostro de rubia, pálida y delicada.

ANEXOS

PIROGOV, EL GENIO RUSO DE LA CIRUGÍA

 

1

Nikolái Pirogov (1810-1881) , genio ruso de la Medicina,  fundador de la cirugía de campaña, uno de los primeros en usar el éter como anestesia, legó su nombre a varios tipos de cirugías y formaciones anatómicas ( Amputación de Pirogov, Triangulo de Pirogov en el cuello, etc.)

2

Su vida se confunde con la leyenda: su famoso atlas de Anatomía Topográfica se le ocurrió cuando observó a los carniceros haciendo cortes con hachas en carne de cochino congelada. Notó que de esa manera es más fácil distinguir las estructuras anatómicas. Congeló cadáveres en la morgue y luego les hizo diferentes tipos de cortes.

3

En la Guerra de Crimea (1853-1856) Pirogov organizó la atención sanitaria del ejército ruso con enfermeras voluntarias  (Exaltación de la Santa Cruz), similar a la que estaba organizando Florence Nightingale de lado británico.

 La fama de Pirogov en esa contienda bélica era tanta por sus cirugías rápidas (amputaciones en dos minutos por las limitaciones de la anestesia de la época) que una vez le llevaron a un soldado decapitado  “para que le ponga la cabeza en su lugar y pueda volver, lo más pronto posible, al frente”.

 

4

En 1862 Garibaldi fue herido. Le querían amputar una pierna. Médicos italianos, franceses e ingleses atendían a Garibaldi. No sabían dónde estaba la bala. Muchos afirmaban que el proyectil ya había salido. Pirogov viajó a Italia para examinar al famoso militar. En una época cuando no existían los rayos X, Pirogov estableció que la bala estaba todavía en la pierna, predijo cuándo y por dónde sería expulsada la bala; y de esa manera le salvó la pierna.

5

Visité en Vinnitsa la casa museo de Pirogov. Allí están su consultorio, su farmacia, sus instrumentos y libros. En la cripta de la iglesia está el cadáver de Pirogov embalsamado.

 

6

Una vez conversé con el poeta Enrique Mujica. Entre varios temas le hablé de Pirogov. Al tiempo me trajo su libro más reciente, llamado “Cartel de feria”. Es una serie de relatos curiosos y breves. Allí Mujica escribió sobre “El venerable”, en clara referencia a Pirogov:

“Se cuenta como de entre las mismas raíces de la ignorancia, de la feraz historia de la penumbra humana, de un médico ruso que anduvo amputando y cosiendo rotos en la guerra de Crimea. Que había alcanzado tal notoriedad de sabio, de curador de todo, tal un mimo Dios, que los hombres en sus manos dejaban de temer a la muerte por atroces que fueran sus estragos. El caso que lo pontifica es aquel en el que le trajeron en una carreta unos campesinos. El venerable le preguntó por la cabeza, entre otros intereses. Ellos le dijeron,  con grande paciencia, considerando en poco la falta, que venía detrás, no lejos, en otra carreta de posta”.

 

CRITICA DE TOLSTÓI A LOS REPORTES DE GUERRA

Tolstoi critica los reportes que se hacen luego de una batalla; y esto lo hace como artista, como historiador y también como militar: cada bando describe el combate desde su punto de vista; pero no sólo eso: en mismo bando hay divergencias en la manera cómo vieron los acontecimientos bélicos porque el furor de las acciones no permiten tener una imagen exacta de los hechos. En todo esto siempre hay una mentira, la cual  “obedece a la necesidad de describir en algunas palabras la acción de millares de hombres situados en varios kilómetros de extensión, quienes se hallan en un estado de violenta excitación, bajo la influencia del miedo, de la vergüenza y de la muerte”.

Después de un combate el comandante del mismo les pide un reporte a sus jefes de tropas. Con estos reportes se redacta el informe oficial general, el cual resulta una gran mentira porque cada soldado recuerda su participación de manera distorsionada. Por otro lado, es imposible durante un combate ejecutar al pie de la letra las órdenes del general en jefe.

Tolstoi habla con fundamento: en su juventud fue a la guerra como militar en el Cáucaso, luego a Crimea, en el sitio de Sebastopol, donde se batió como capitán de Artillería y le fue encomendada la misión de redactar el informe final de la toma de la ciudad basándose en los más de veinte reportes que le entregaron.

 

 

 

 

lunes, 27 de septiembre de 2021

[CUENTO 1] LA INCURSIÓN. (1852)

 


LA INCURSIÓN (1852)

 

I

La incursión es un relato autobiográfico sobre la estadía de Tolstói en el Cáucaso, y donde se habla de las acciones del ejército ruso contra los lugareños. El autor, como lo hará en Relatos de Sebastopol , arremete contra la guerra como una actividad contraria a nuestra condición humana.

II

La naturaleza con sus bellos paisajes y sus diversas manifestaciones vitales nos muestra que el humano proviene de ella, pero se ha alejado para satisfacer sus ambiciones egoístas. El poeta José Barreto una vez me dijo: “ Basta sólo contemplar el campo, sus árboles, el canto de los pájaros en sus amaneceres para concluir que el hombre está demás”.

Tolstói dice:

La Naturaleza respiraba belleza y fuerza, que armonizaban íntimamente.

¿Es posible que los hombres se sientan estrechos viviendo en un mundo tan bello, bajo ese inacabable cielo estrellado? ¿Cabe que puedan albergarse en el alma humana la maldad, el sentimiento de venganza o el deseo de destruir a sus semejantes ante esa Naturaleza tan acogedora? Toda la maldad debería desaparecer del corazón del hombre al sólo contacto con la Naturaleza, la expresión más evidente de la belleza y el bien.

 

III

Tolstói habla de la amistad que puede establecerse entre soldados de diferentes bandos como una demostración de que la guerra es asunto de otros. Y esto último nos hace recordar una frase de Blaise Pascal: “¿Puede haber algo más ridículo que la pretensión de que un hombre tenga derecho a matarme porque habita al otro lado del agua y su príncipe tiene una querella con el mío, aunque yo no la tenga con él?”.

 

El siguiente párrafo del cuento de Tolstói habla por si solo:

“Una vez, en una de sus expediciones nocturnas en compañía de sus amigos, después de herir en una pierna a un chechén rebelde, consiguió capturarlo. El chechén vivió durante siete semanas con el teniente, que lo atendió y lo cuidó como a un amigo querido; y, una vez curado, lo dejó irse, haciéndole muchos obsequios. Poco después, durante una expedición en que el teniente retrocedía defendiéndose del enemigo, oyó que alguien lo llamaba por su nombre desde las filas contrarias; y su amigo, al que había herido en aquella ocasión, se adelantó, invitando al teniente a hacer lo mismo por medio de señas. El teniente se acercó a su amigo y le estrechó la mano”.

IV

Auxilios médicos y la muerte de un joven alférez o quién debe enterrar a quién:

Al llegar el doctor, tomó de manos del practicante las vendas, las sondas y otros instrumentos y, remangándose, se acercó al herido con una sonrisa llena de animación.

-A usted también le han hecho un agujero en un sitio sano –dijo, en tono de broma-. Enséñemelo.

El abanderado obedeció; pero la mirada que dirigió al alegre doctor reflejaba extrañeza y reproche que éste no percibió. El médico comenzó a sondear la herida y a examinarla por todos lados; pero el herido, perdiendo la paciencia, rechazó su mano con un gemido…

-Déjeme –exclamó con voz apenas perceptible-. De todos modos, me he de morir.

Al decir estas palabras, dejó caer la cabeza hacia atrás y, al cabo de cinco minutos, cuando me acerqué al grupo que se había formado en torno a él y pregunté a un soldado: “¿Cómo sigue?” me contestó: “está agonizando.”

V

 

“Ningún hombre es tan tonto como para desear la guerra y no la paz; pues en la paz los hijos llevan a sus padres a la tumba y en la guerra son los padres quienes llevan a sus hijos a la tumba”. (Heródoto de Halicarnaso, Padre de la Historia.)

PÁRRAFOS:

1

Una discusión filosófica sobre la valentía:

-¿Qué es lo que llama usted ser valiente?

-¿Valiente? ¿Valiente?- repitió el capital, con la expresión del hombre al que se le presenta por primera vez semejante pregunta-. Es valiente el que se conduce como debe- concluyó, después de pensar un poco.

Recordé que Platón, define la valentía diciendo que es el conocimiento de lo que se debe temer y de lo que no se debe temer. A pesar de que la definición del capitán era vulgar y la había expresado de un modo confuso, pensé que la idea básica de ambos no era tan diferente como parecía a simple vista. Incluso la definición del capitán era más justa que la del filósofo griego, porque, de haber podido expresarlo como Platón, probablemente habría dicho que es valiente el que teme sólo lo que se debe temer y no se teme lo que no se debe temer.

Quise explicar mi idea al capitán.

-Me parece –dije- que en todo peligro existe un derecho de elección. Y cuando, por ejemplo, se elige el peligro, dejándose llevar por un sentimiento de deber, es valentía; pero cuando se hace bajo la influencia de un sentimiento mezquino, es cobardía. Por tanto, al hombre que arriesga su vida por ambición, curiosidad o codicia, no se le puede llamar valiente; y, por el contrario, al que se niega a exponerse impulsado por el noble sentimiento del deber hacia la familia o, sencillamente, por convicción, no se le puede considerar cobarde.

2

Uno de los personajes comulga con los principios de la guerra:

Estaba seguro de que el odio, la venganza y el desprecio hacia el género humano era los sentimientos poéticos más elevados.

3

 

 

El silencio de la noche:

 

En el destacamento reinaba un silencio absoluto, se percibían distintamente todos los rumores de la noche llenos de un misterioso encanto: el lejano y quejumbroso aullido de los chacales, que tan pronto parecía llanto desesperado como sonoras carcajadas; el monótono y penetrante canto de los grillos, el croar de las ranas, el grito de la codorniz y un rumor que se acercaba y que no me podía explicar. Todos los murmullos de la Naturaleza, apenas perceptibles, y que no se pueden comprender ni definir, se confundían en una melodía grave y hermosa que solemos llamar el silencio de la noche. Ese silencio se interrumpía o, mejor dicho, se confundía con el ruido sordo de los cascos de los caballos y el rumor de la alta hierba, producido por las tropas que avanzaban lentamente.

2

Final poético:

El sol se había ocultado tras de la cadena de montañas nevadas y arrojaba sus últimos rayos rosados sobre una nube alargada y estrecha detenida en el diáfano horizonte. Las montañas nevadas empezaban a ocultarse en una niebla violácea y sólo se divisaban con extraordinaria claridad sus siluetas sobre el fondo carmesí del sol poniente.

La luna que se había remontado desde hacía rato empezaba a blanquear en el cielo azul oscuro. El verdor de la hierba y de los árboles oscurecía, cubriéndose de rocío. Las tropas, que formaban unas masas oscuras, avanzaban por la magnífica pradera produciendo un ruido acompasado; de todos los lados se oían panderos, tambores y alegres cantos. El tenor de la sexta compañía cantaba a pleno pulmón y los sonidos de su voz grave, llenos de sentimiento y de fuerza, se difundían a lo lejos en el aire diáfano de la noche.

 

martes, 21 de septiembre de 2021

[10] HADYI MURAT (1912)

 

 

[10]


HADYI MURAT (1912)

 

Edgardo Rafael Malaspina

I

Hadyi Murat tiene un inicio sinestésico. Una planta que se resiste a morir (la flor de cardo), que no se da por vencida ante los ataques del hombre , le hace recordar al autor una historia muy humana: la de un hombre, Hadyi Murat, que también luchó ferozmente por sus ideales y su vida:

 

“Había cogido un gran ramo de estas flores y ya volvía a casa cuando vi en una zanja, en plena eflorescencia, un magnífico cardo color frambuesa de los que por aquí llaman «tártaros», que los segadores esquivan con cuidado, y cuando por descuido cortan uno lo arrojan entre la hierba para no pincharse las manos. A mí se me ocurrió coger ese cardo y ponerlo en medio de mi ramo. Bajé a la zanja y, tras ahuyentar un abejorro que se había colado en una de las flores y allí dormía dulce y pacíficamente, me dispuse a coger la flor. Pero aquello resultó muy difícil. No sólo el tallo pinchaba por todas partes -incluso a través del pañuelo con que me había envuelto la mano-,sino que era tan sumamente duro que tuve que bregar con él casi cinco minutos, arrancándole las fibras una a una. Cuando por fin logré mi propósito, el tallo estaba enteramente deshecho y la flor misma no me parecía ahora tan fresca ni tan hermosa. Por añadidura, era demasiado ordinaria y vulgar para emparejar con los otros colores delicados del ramo. Lamentando haber destruido sin provecho una flor que había sido hermosa en su propio lugar, la tiré. «¡Pero qué energía, qué potencia vital! -me dije, recordando el esfuerzo que me había costado arrancarla-. ¡Cómo sedefendía y cuán cara ha vendido su vida!»

El camino que conducía a la casa pasaba por un terreno en barbecho recién arado. Yo caminaba lentamente sobre el polvo negro. Ese campo labrado pertenecía a un rico propietario. Era tan vasto que a ambos lados del camino o en el cerro enfrente de mí sólo se veían los surcos idénticos de la tierra labrada. La labor había sido excelente: no se veía por ninguna parte una brizna de hierba o una planta. Todo era tierra negra. « ¡Qué criatura tan devastadora y cruel es el hombre! ¡Cuántos seres vivos, cuántas plantas destruye para mantener su propia vida!» -pensé, buscando involuntariamente a mi alrededor alguna cosa viva en medio de ese campo negro y muerto. Frente a mí, a la derecha del camino, vi lo que parecía ser un pequeño arbusto. Cuando me acerqué noté que era la misma especie de cardo «tártaro cuya flor había arrancado en vano y tirado luego La mata del cardo se componía de tres ramas. Una estaba tronchada, con un muñón que semejaba un brazo mutilado. Las otras dos tenían, cada una, una flor, antes roja, pero ahora ennegrecida. Un tallo estaba roto, y de su punta pendía una flor sucia. La otra, aunque sucia de tierra negra, estaba todavía erguida. Era evidente que por encima de la planta había pasado la rueda de un carro, pero que el cardo había vuelto a levantarse y se mantenía erecto, aunque torcido. Era como si le hubiesen desgajado del cuerpo un miembro, abierto las entrañas, arrancado un brazo, vaciado un ojo. Y, sin embargo, se mantenía tieso, sin rendirse al hombre que había destruido a sus congéneres en torno suyo.

«¡Qué energía! -pensé-. El hombre ha vencido todo, destruido millones de plantas, pero ésta no se rinde.» Y me acordé de una antigua aventura del Cáucaso que yo mismo presencié en parte, que en parte me contaron testigos oculares y en parte también imaginé. Esa aventura, tal como la han ido hilvanando mi memoria y mi imaginación es la que sigue”.

II

En la sinestesia ciertas sensaciones o visiones traen recuerdos y trasladan a los personajes a otros tiempos y lugares.

La sinestesia es especie de variación inocua de la percepción, la cual se encuentra en una de cada cien personas. Aunque otros afirman que la proporción es menor: un caso por cada dos mil individuos. La sinestesia, como concepto de la biología, es la captación de una misma sensación a través de distintos sentidos. Etimológicamente la palabra proviene del griego y se compone de los vocablos (sin-), que significa “junto”, y (aísthesis), que quiere decir sensación. Pero desde el punto de vista de la literatura es una figura retórica en la cual se le atribuye a un objeto, carente de los cinco sentidos, una sensación: “días amargos”, “minutos dolorosos”, etc.

 

Una persona sinestésica puede oír colores, ver sonidos y percibir sensaciones gustativas al tocar un objeto con una textura determinada. No es una asociación del objeto con uno de los sentidos, es que la persona lo percibe así, su cerebro actúa de esa manera.

Una sensación del gusto puede evocar tiempos y sitios remotos. Eso se denomina “fenómeno de la magdalena de Proust”, llamado así por el famoso novelista francés (1871-1922), autor de “En busca del tiempo perdido”.

Uno de los personajes de la primera de las siete novelas de Proust, “Por el camino de Swan”, está triste y moja una magdalena o galleta en té, e inmediatamente se traslada mentalmente a Combray, un pueblito de Francia donde pasaba sus vacaciones en su infancia. Después de Proust, muchos escritores, científicos y alguna gente común tuvo en cuenta el fenómeno de la asociación de ciertas manifestaciones de los sentidos con el pasado. Los primeros para usarlo en sus descripciones y jugar con los flujos de la conciencia, los segundo para investigar cómo y por qué de la aparición de esas asociaciones en el cerebro; y los últimos porque entendieron que esas cosas también pasaban con ellos y supieron que de alguna manera eran sinestésicos.

III

Tolstói escribió la novela entre 1896 y 1904. Su publicación fue póstuma en 1912.

IV

Hadji Murat refleja la lucha personal contra los factores externos, el arraigo e identificación de una persona con su entorno natural, la pugna entre Occidente y Oriente, el cristianismo y el islamismo. La guerra, las lealtades, las traiciones y la valentía de los hombres son los temas fundamentales de la obra.

V

Párrafos:

1

Un estudiante de Medicina y el talante del zar Nicolás I:

 

Tal fue ahora su decisión en el caso del estudiante de medicina, que Chernyshov le presentó después del informe sobre el Cáucaso. Ese caso era el siguiente: un joven que había sido suspendido dos veces en un examen se presentó por tercera vez, y cuando el profesor no le aprobó, el estudiante, morbosamente nervioso, viendo en ello una injusticia, cogió de la mesa un cortaplumas y en un arrebato de furia se lanzó sobre el profesor y le causó algunas heridas insignificantes.

-¿Su nombre?-Byhezovski.

-¿Polaco?

-De origen polaco y católico. Nicolás frunció el ceño. Había hecho mucho daño a los polacos.

Para justificado le era preciso persuadirse de que todos los polacos eran unos bribones. y así

los juzgaba Nicolás y los odiaba en la medida del daño que les había hecho.

-Espera un momento -dijo, cerrando los ojos y bajando la cabeza.

Chernyshov sabía, por habérselo oído decir a Nicolás varias veces, que cuando necesitaba

decidir alguna cuestión importante, sólo necesitaba ensimismarse unos instantes, y que entonces, como si se sintiese inspirado, la mejor solución se presentaba por sí misma, como si una voz interior le dijera lo que debía hacer.

2

Una canción:

Butler llegó también a conocer al velludo Hanefi, a quien Hadyi Murad llamaba hermano, y a reunirse con él. Hanefi sabía muchas canciones de la montaña y las cantaba bien.

Hadyi Murad, para complacer a Butler, hacía venir a Hanefi y le pedía que cantara, indicando las canciones que le parecían más bellas.

Hanefi tenía voz alta de tenor y cantaba con claridad y expresividad insólitas. Una de sus

canciones gustaba especialmente a Hadyi Murad y había impresionado a Butler por su estribillo solemne y melancólico. Butler pidió al intérprete que le tradujera lo que significaba y tomó nota de ello. El tema de esa canción era cabalmente la vendetta que en el pasado había

dividido a Hanefi y Hadyi Murad. ¡ Helo aquí: !

 

-«¡Se secará la tierra sobre mi sepultura y tú

me olvidarás, madre mía! Crecerá la hierba de

las tumbas en el cementerio, la hierba ahogará

tu pena, anciano padre mío.

Las lágrimas se secarán en los ojos de mi hermana.

La congoja huirá de su corazón.

»Pero tú, mi hermano mayor, tú no me olvidarás antes de vengar mi muerte.

Tú tampoco me olvidarás, mi hermano segundo,

antes de yacer a mi lado.

Tú, bala, quemas y llevas contigo la muerte,

pero ¿no has sido mi esclava fiel? Tú, tierra

negra, me cubrirás, pero ¿no te he aplastado yo

con el casco de mi caballo? Tú, muerte, eres

fría, pero yo he sido tu amo y señor. La tierra se

tragará mi cuerpo, pero el cielo recogerá mi alma.»

Hadyi Murad escuchaba siempre esa canción con los ojos cerrados, y cuando terminaba en

una nota larga y menguante decía siempre en ruso:

-Buena canción, canción inteligente.

3

El mensaje de los pájaros:

 

Pero antes de morir, Hamzad vio unos pájaros volando por el cielo y les gritó:

«¡Oh, pájaros emigrantes, volad a nuestras casas y decid a nuestras hermanas, a nuestras madres y a las muchachas blancas que todos hemos muerto por Ghavazat! ¡Decidles que nuestros cuerpos no yacerán en tumbas, sino que lobos hambrientos esparcirán y roerán nuestros huesos y que los cuervos negros nos arrancarán los ojos!»

4

La muerte de Murat:

Todos los milicianos, como cazadores en torno a la presa muerta, rodearon los cadáveres de Hadyi Murad y sus murzds (los de Hanefi, Khan.Magoma y Gamzalo fueron atados), y entre el humo de la pólvora que se cernía sobre los matorrales charlaban alegremente celebrando su victoria.

Los ruiseñores, que habían callado durante el tiroteo, empezaron de nuevo a cantar; primero

uno solo muy cerca, luego otros un poco más lejos. Fue esta muerte la que recordé cuando vi el cardo abatido en medio del sembrado.

viernes, 17 de septiembre de 2021

[9] EL CUPÓN FALSO. (1911)

 


EL CUPÓN FALSO (1911)

El cupón falso tiene dos partes.  Tolstói la concibió en 1890, la inició en 1902, la terminó en 1904 y fue publicada postmortem.

 

Edgardo Rafael Malaspina Guerra

1

Los pequeños delitos, aparentemente sin importancia, preparan a una persona para cometer delitos mayores. Es una especie de entrenamiento en el mal. Una vez escuché a alguien decir “que fulano es ladrón porque su madre no lo reprimió cuando se robó una aguja”. Consideró ese pequeño hurto como una acción graciosa y sin importancia. Este es uno de los aspectos de esta novela de Tolstói.

2

Todos conocemos algo del Efecto Mariposa: Un evento por muy pequeño que sea puede influir y cambiar el curso de los acontecimientos en otro lugar, por muy remoto que se ubique del epicentro original. La idea se le ocurrió al matemático estadounidense Edward Norton Lorenz (1917-2008) cuando hacía unos cálculos meteorológicos en su computadora: al redondear unas cifras, constato que lo resultados finales fueron alterados susceptiblemente. Quiso denominar su hallazgo Efecto Gaviota", pero se decidió por una definición más poética "Efecto Mariposa"; no obstante;  ahora será más apropiado hablar del Efecto del cupón falso: la pequeña estafa narrada por Tolstói encadenará a varias personas y los afectará negativamente, de alguna u otra manera. Tocar el dinero robado inicialmente arruinará a quien lo toque. No hay delito pequeño ni tampoco inocente.

3

La relación entre los personajes afectados por el falso cupón puede ser directa o tangencial.

4

El falso cupón conlleva a la ruina, a la cárcel o a la muerte.

5

Tolstói ve la superación de la culpa, cualquiera culpa, a través de la religión: Los Evangelios son la mejor manera de evitar el delito y también el bastión para el perdón . Los Evangelios son el mejor refugio moral.

6

El efecto nocivo del falso cupón no se detiene en edades, oficios o profesiones , ni en las clases sociales: cualquiera que olvide los preceptos morales caerá bajo su influencia negativa.

7

El falso cupón demuestra que pecar es de humanos: cualquiera puede caer en la tentación y hacia el abismo .

8

Un delito no se resuelve con otro delito.

9

Cualquiera es potencialmente un transgresor de la ley, aunque su apariencia sea de lo más bondadosa: vemos las caras, pero no el corazón.

10

El falso cupón es una critica general a la vida rusa del siglo XIX. Nadie escapa de esta crítica, ni siquiera la iglesia ortodoxa.

10

El efecto dominó de las malas acciones es igual para las buenas acciones: el mal atrae el mal , así como el bien atrae el bien.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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