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HADYI MURAT (1912)
Edgardo
Rafael Malaspina
I
Hadyi
Murat tiene un inicio sinestésico. Una planta que se resiste a morir (la flor
de cardo), que no se da por vencida ante los ataques del hombre , le hace
recordar al autor una historia muy humana: la de un hombre, Hadyi Murat, que
también luchó ferozmente por sus ideales y su vida:
“Había
cogido un gran ramo de estas flores y ya volvía a casa cuando vi en una zanja,
en plena eflorescencia, un magnífico cardo color frambuesa de los que por aquí
llaman «tártaros», que los segadores esquivan con cuidado, y cuando por
descuido cortan uno lo arrojan entre la hierba para no pincharse las manos. A
mí se me ocurrió coger ese cardo y ponerlo en medio de mi ramo. Bajé a la zanja
y, tras ahuyentar un abejorro que se había colado en una de las flores y allí
dormía dulce y pacíficamente, me dispuse a coger la flor. Pero aquello resultó muy
difícil. No sólo el tallo pinchaba por todas partes -incluso a través del
pañuelo con que me había envuelto la mano-,sino que era tan sumamente duro que
tuve que bregar con él casi cinco minutos, arrancándole las fibras una a una.
Cuando por fin logré mi propósito, el tallo estaba enteramente deshecho y la
flor misma no me parecía ahora tan fresca ni tan hermosa. Por añadidura, era
demasiado ordinaria y vulgar para emparejar con los otros colores delicados del
ramo. Lamentando haber destruido sin provecho una flor que había sido hermosa
en su propio lugar, la tiré. «¡Pero qué energía, qué potencia vital! -me dije,
recordando el esfuerzo que me había costado arrancarla-. ¡Cómo sedefendía y
cuán cara ha vendido su vida!»
El
camino que conducía a la casa pasaba por un terreno en barbecho recién arado.
Yo caminaba lentamente sobre el polvo negro. Ese campo labrado pertenecía a un
rico propietario. Era tan vasto que a ambos lados del camino o en el cerro
enfrente de mí sólo se veían los surcos idénticos de la tierra labrada. La
labor había sido excelente: no se veía por ninguna parte una brizna de hierba o
una planta. Todo era tierra negra. « ¡Qué criatura tan devastadora y cruel es
el hombre! ¡Cuántos seres vivos, cuántas plantas destruye para mantener su
propia vida!» -pensé, buscando involuntariamente a mi alrededor alguna cosa
viva en medio de ese campo negro y muerto. Frente a mí, a la derecha del
camino, vi lo que parecía ser un pequeño arbusto. Cuando me acerqué noté que
era la misma especie de cardo «tártaro cuya flor había arrancado en vano y
tirado luego La mata del cardo se componía de tres ramas. Una estaba tronchada,
con un muñón que semejaba un brazo mutilado. Las otras dos tenían, cada una,
una flor, antes roja, pero ahora ennegrecida. Un tallo estaba roto, y de su
punta pendía una flor sucia. La otra, aunque sucia de tierra negra, estaba
todavía erguida. Era evidente que por encima de la planta había pasado la rueda
de un carro, pero que el cardo había vuelto a levantarse y se mantenía erecto,
aunque torcido. Era como si le hubiesen desgajado del cuerpo un miembro,
abierto las entrañas, arrancado un brazo, vaciado un ojo. Y, sin embargo, se
mantenía tieso, sin rendirse al hombre que había destruido a sus congéneres en
torno suyo.
«¡Qué
energía! -pensé-. El hombre ha vencido todo, destruido millones de plantas,
pero ésta no se rinde.» Y me acordé de una antigua aventura del Cáucaso que yo
mismo presencié en parte, que en parte me contaron testigos oculares y en parte
también imaginé. Esa aventura, tal como la han ido hilvanando mi memoria y mi
imaginación es la que sigue”.
II
En
la sinestesia ciertas sensaciones o visiones traen recuerdos y trasladan a los
personajes a otros tiempos y lugares.
La
sinestesia es especie de variación inocua de la percepción, la cual se
encuentra en una de cada cien personas. Aunque otros afirman que la proporción
es menor: un caso por cada dos mil individuos. La sinestesia, como concepto de
la biología, es la captación de una misma sensación a través de distintos
sentidos. Etimológicamente la palabra proviene del griego y se compone de los
vocablos (sin-), que significa “junto”, y (aísthesis), que quiere decir
sensación. Pero desde el punto de vista de la literatura es una figura retórica
en la cual se le atribuye a un objeto, carente de los cinco sentidos, una
sensación: “días amargos”, “minutos dolorosos”, etc.
Una
persona sinestésica puede oír colores, ver sonidos y percibir sensaciones
gustativas al tocar un objeto con una textura determinada. No es una asociación
del objeto con uno de los sentidos, es que la persona lo percibe así, su
cerebro actúa de esa manera.
Una
sensación del gusto puede evocar tiempos y sitios remotos. Eso se denomina
“fenómeno de la magdalena de Proust”, llamado así por el famoso novelista
francés (1871-1922), autor de “En busca del tiempo perdido”.
Uno
de los personajes de la primera de las siete novelas de Proust, “Por el camino
de Swan”, está triste y moja una magdalena o galleta en té, e inmediatamente se
traslada mentalmente a Combray, un pueblito de Francia donde pasaba sus
vacaciones en su infancia. Después de Proust, muchos escritores, científicos y
alguna gente común tuvo en cuenta el fenómeno de la asociación de ciertas
manifestaciones de los sentidos con el pasado. Los primeros para usarlo en sus
descripciones y jugar con los flujos de la conciencia, los segundo para
investigar cómo y por qué de la aparición de esas asociaciones en el cerebro; y
los últimos porque entendieron que esas cosas también pasaban con ellos y
supieron que de alguna manera eran sinestésicos.
III
Tolstói
escribió la novela entre 1896 y 1904. Su publicación fue póstuma en 1912.
IV
Hadji
Murat refleja la lucha personal contra los factores externos, el arraigo e
identificación de una persona con su entorno natural, la pugna entre Occidente
y Oriente, el cristianismo y el islamismo. La guerra, las lealtades, las
traiciones y la valentía de los hombres son los temas fundamentales de la obra.
V
Párrafos:
1
Un
estudiante de Medicina y el talante del zar Nicolás I:
Tal
fue ahora su decisión en el caso del estudiante de medicina, que Chernyshov le
presentó después del informe sobre el Cáucaso. Ese caso era el siguiente: un
joven que había sido suspendido dos veces en un examen se presentó por tercera
vez, y cuando el profesor no le aprobó, el estudiante, morbosamente nervioso,
viendo en ello una injusticia, cogió de la mesa un cortaplumas y en un arrebato
de furia se lanzó sobre el profesor y le causó algunas heridas insignificantes.
-¿Su
nombre?-Byhezovski.
-¿Polaco?
-De
origen polaco y católico. Nicolás frunció el ceño. Había hecho mucho daño a los
polacos.
Para
justificado le era preciso persuadirse de que todos los polacos eran unos
bribones. y así
los
juzgaba Nicolás y los odiaba en la medida del daño que les había hecho.
-Espera
un momento -dijo, cerrando los ojos y bajando la cabeza.
Chernyshov
sabía, por habérselo oído decir a Nicolás varias veces, que cuando necesitaba
decidir
alguna cuestión importante, sólo necesitaba ensimismarse unos instantes, y que
entonces, como si se sintiese inspirado, la mejor solución se presentaba por sí
misma, como si una voz interior le dijera lo que debía hacer.
2
Una
canción:
Butler
llegó también a conocer al velludo Hanefi, a quien Hadyi Murad llamaba hermano,
y a reunirse con él. Hanefi sabía muchas canciones de la montaña y las cantaba
bien.
Hadyi
Murad, para complacer a Butler, hacía venir a Hanefi y le pedía que cantara,
indicando las canciones que le parecían más bellas.
Hanefi
tenía voz alta de tenor y cantaba con claridad y expresividad insólitas. Una de
sus
canciones
gustaba especialmente a Hadyi Murad y había impresionado a Butler por su estribillo
solemne y melancólico. Butler pidió al intérprete que le tradujera lo que
significaba y tomó nota de ello. El tema de esa canción era cabalmente la
vendetta que en el pasado había
dividido
a Hanefi y Hadyi Murad. ¡ Helo aquí: !
-«¡Se
secará la tierra sobre mi sepultura y tú
me
olvidarás, madre mía! Crecerá la hierba de
las
tumbas en el cementerio, la hierba ahogará
tu
pena, anciano padre mío.
Las
lágrimas se secarán en los ojos de mi hermana.
La
congoja huirá de su corazón.
»Pero
tú, mi hermano mayor, tú no me olvidarás antes de vengar mi muerte.
Tú
tampoco me olvidarás, mi hermano segundo,
antes
de yacer a mi lado.
Tú,
bala, quemas y llevas contigo la muerte,
pero
¿no has sido mi esclava fiel? Tú, tierra
negra,
me cubrirás, pero ¿no te he aplastado yo
con
el casco de mi caballo? Tú, muerte, eres
fría,
pero yo he sido tu amo y señor. La tierra se
tragará
mi cuerpo, pero el cielo recogerá mi alma.»
Hadyi
Murad escuchaba siempre esa canción con los ojos cerrados, y cuando terminaba
en
una
nota larga y menguante decía siempre en ruso:
-Buena
canción, canción inteligente.
3
El
mensaje de los pájaros:
Pero
antes de morir, Hamzad vio unos pájaros volando por el cielo y les gritó:
«¡Oh,
pájaros emigrantes, volad a nuestras casas y decid a nuestras hermanas, a
nuestras madres y a las muchachas blancas que todos hemos muerto por Ghavazat! ¡Decidles
que nuestros cuerpos no yacerán en tumbas, sino que lobos hambrientos
esparcirán y roerán nuestros huesos y que los cuervos negros nos arrancarán los
ojos!»
4
La
muerte de Murat:
Todos
los milicianos, como cazadores en torno a la presa muerta, rodearon los
cadáveres de Hadyi Murad y sus murzds (los de Hanefi, Khan.Magoma y Gamzalo
fueron atados), y entre el humo de la pólvora que se cernía sobre los
matorrales charlaban alegremente celebrando su victoria.
Los
ruiseñores, que habían callado durante el tiroteo, empezaron de nuevo a cantar;
primero
uno
solo muy cerca, luego otros un poco más lejos. Fue esta muerte la que recordé
cuando vi el cardo abatido en medio del sembrado.
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